domingo, enero 01, 2006

De años nuevos y felicidades

Comienza un año. Aburre escuchar la misma felicitación de siempre, pero no se ha inventado otra mejor. Nos deseamos felicidad. "Feliz año nuevo", decimos.
Es interesante pensar en qué consiste eso de la felicidad ¿Puedo decir sinceramente que soy feliz? Eso depende de qué significa serlo.

En los primeros párrafos de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América leemos lo siguiente:

"Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad".

Primera idea interesante: la búsqueda de la felicidad como un derecho inalienable de las personas.

Entonces, ¿en dónde hay que buscarla? La respuesta depende de la visión que se tenga del mundo y de vida, y divide a la población mundial. Dicen que los patriarcas antiguos bendecían a sus hijos para que tuviesen muchos hijos y muchas riquezas. Ambas eran vistas por esas sociedades como verdaderas bendiciones de la divinidad. Pero en nuestra sociedad se vende otra idea: que la bendición es el sufrimiento. Para mí, es erróneo limitarse a pensar -como lo hacen muchos- que la felicidad se encuentra en otra existencia, porque esa es la excusa para que nos vendan la idea de que este mundo es un "valle de lágrimas", una especie de destierro. Quien inventó esa idea ha tenido bastante éxito: muchos de nuestros pueblos latinoamericanos han vivido durante años en la opresión y en la miseria, convencidos de que ya vendrá la felicidad, más allá, porque esta vida es sufrir. Mientras, los gobernantes de turno disfrutaban la riqueza ajena.

Creo que la propuesta de la declaración redactada por Jefferson es más ambiciosa: así como la vida es ahora y la libertad debe ser ahora, la búsqueda de la felicidad también. Aquí y ahora. Eso implica no sólo vida y libertad, sino una vida de calidad y una libertad verdadera. Si pienso que la vida es felicidad y abundancia, no me conformaré con las lágrimas ni las aceptaré como designio irremediable, sino que buscaré cómo progresar en todos los campos: en lo intelectual, en lo artístico, en lo económico, en lo físico, en lo familiar.

Segunda idea: buscar la felicidad no es ambición vaga, sino la única manera de crecer.

Pero, por supuesto, no puede desligarse de la felicidad de los demás, ni pasar por encima de ella, pues tarde o temprano se estaría cayendo o provocando la injusticia, que es epidémica y genera más injusticia. Hasta que tarde o temprano, destruye todo el tejido social e impide el crecimiento personal.
Tercera idea: aunque se trata de algo muy personal, la felicidad tiene una dimensión social. Entonces, sí tiene sentido desearle a los demás un feliz año nuevo. Se trata de un noble reto: plantearse que durante este año seremos felices, o al menos, lucharemos por serlo.

Vida, libertad, y la búsqueda de la felicidad. Si Jefferson lo dijo así, indicando que había otros derechos más, pero citando esos tres expresamente, habrá sido por algo, ¿no creen?

Por eso, le deseo a todos un año lleno, entre otras cosas, de vida, libertad y felicidad, aquí y ahora.