miércoles, marzo 07, 2007

300 espartanos listos para la batalla

Honor. Deber. Gloria. Combate. Victoria.

Miles de hombres, bajo el mando de Jerjes, Rey de Persia, se dirigen hacia Atenas, con objetivos de conquista, invencibles. El ejército de Esparta no puede salir a hacerle frente, debido a la intriga política y la traición. Leónidas, Rey de Esparta, como último recurso para ganar tiempo y permitir que se organice una defensa adecuada, sale con su guardia personal (300 hombres) a enfrentar a los persas en el desfiladero de las Termópilas, “las puertas ardientes”, en una lucha sin esperanza.

Quizá tenía diez años de edad cuando escuché, de labios de mi hermano mayor, alguna referencia a “los trescientos de las Termópilas”. Y como toda historia de la Grecia antigua, me fascinó.

Algo parecido le sucedió al escritor norteamericano Frank Miller. La batalla de las Termópilas la tuvo grabada en su alma desde niño, desde que vio a los 5 años de edad la película The 300 Spartans (1962), la cual lo impresionó, como él mismo explica, no tanto por su calidad sino por su historia. Una historia en la cual los héroes no terminan triunfantes ni con recompensas. Sin “happy end”. Hacen lo que tienen que hacer, pero mueren todos. Lo más lejano a la típica narración de Hollywood.

Unas décadas más tarde, Frank Miller es ya famoso gracias a sus novelas gráficas de SinCity (llevada al cine con maestría por él y Robert Rodríguez) y a su “Batman, el regreso del señor de la noche” (considerada la mejor historia de Batman jamás contada y una de las mejores novelas gráficas de todos los tiempos), entre otras cosas. Y en 1998 se da a la tarea de escribir y dibujar una portentosa versión de la valiente lucha espartana contra los persas. Y la titula simplemente “300”. En 1999, ganó tres de los Premios Eisner (que reconocen la labor de los autores de la industria del comic): mejor serie limitada, mejor autor y mejor color. Y siguieron otros premios. Y ahora, como era de esperar, se ha hecho una versión para cine, que se estrena este mes.

No dudo en confesarme un verdadero fanático de los cómics (o “novelas gráficas”), tal como les conté meses atrás a propósito de la película V de Vendetta, basada en la obra de Alan Moore. Pero esta vez, debo declarar con honestidad que, para mí, 300 es una verdadera obra maestra… Y tuve la suerte de encontrarla en una librería.

Miller no se limita a desarrollar una historia de acción y combates, sino que se adentra en los hechos, siguiendo casi todo el tiempo al rey Leónidas, y expone el concepto espartano de la vida, sin valorarlo, permitiendo al lector sacar sus conclusiones. Gracias a una intensa investigación, es capaz de recrear armas y tácticas de batalla con originalidad y rigor. Su narración (gráfica y textual) es poderosa. Particularmente interesante es que la obra está narrada en primera persona del plural. El “nosotros” constituye un discurso colectivo de los espartanos, como una fuerza monolítica, con unidad de metas y de destinos: “Marchamos. Desde la querida Laconia… desde la sagrada Esparta. Marchamos. Por el honor… por la gloria. Marchamos”.

Y ello, sin necesidad de explicaciones ni textos de apoyo exagerados. Una imagen vale por mil palabras, y en este caso es cierto. Por eso, la lectura de una novela gráfica no se limita a los textos: es una lectura de imágenes. Hay que detenerse en cada una de ellas el tiempo suficiente. El dibujo se adapta exactamente a la historia que va a contar, los personajes quedan definidos con un par de trazos, y no se les describe: se les muestra, a partir de sus actos. Visualmente es una maravilla. Y, a pesar de sus altibajos narrativos, la crítica la calificó de sorprendente, provocativa y polémica.

Pero el fondo del asunto es aún más elocuente. Miller afirma: “Siempre he encontrado fascinante cómo las sociedades libres dependen de las dictaduras internas parta protegerse. Es decir, cuando estamos en peligro no enviamos al Congreso de los Estados Unidos, sino que enviamos a los marines, que están entrenados y jerarquizados como los habitantes de un Estado totalitario. Pero son nuestra línea de defensa, los necesitamos. Es uno de los aspectos más paradójicos de esta historia que me encanta: que los menos democráticos de los griegos (los espartanos) sean los que defiendan la democracia…”

Y añade otra consideración interesante: “Últimamente se ha puesto de moda aplicar modelos de comportamiento civilizado moderno a las figuras históricas. Eso es muy injusto,… hay muchas cosas que son repugnantes para nuestros ojos modernos que creo que no quitan ningún brillo a estos personajes antiguos".

A juzgar por el trailer de la versión de cine, la película de Zack Snyder se adapta con gran fidelidad (sorprendente fidelidad, diría yo) a los dibujos de Miller. Parece que visualmente será un gran hito, como lo fue sin duda SinCity (la película) en su momento.

Así que me complace recomendarles la lectura de 300, de Frank Miller. Que sea una lectura pausada, para que la historia nos entregue toda la fuerza que su autor ha plasmado en ella, inspirado por los grandes guerreros que, cuando se les dijo que las flechas persas opacarían el sol, contestaron: "Entonces, pelearemos en las sombras".