lunes, marzo 05, 2007

Pottermanía incurable

Regresa la pottermanía, curiosa enfermedad, incurable y contagiosa, que muchos muggles padecemos desde hace años. Entre sus síntomas más comunes están una terrible ansiedad por conocer los detalles del siguiente episodio, una imaginación calenturienta que no cesa de hacer conjeturas y lanzar hipótesis sobre los horrocruxes y un insaciable deseo de compartir con otros "enfermos" nuestras ideas y vivencias junto a Harry y sus amigos.

El motivo del brote de pottermania es doble: el anunciado estreno de la quinta película y la por años esperada publicación del séptimo y último libro, ambos hechos pronosticados para julio del 2007.

Aprovechando las semanas que nos separan de esas importantes fechas, he releído "La orden del fénix" y "El misterio del príncipe", e imagino que muchos han hecho lo mismo con el fin de tener muy frescos los últimos acontecimientos, luego del regreso de Voldemort. Pero además, tuve la suerte de leer hace poco un excelente libro llamado La irresistible ascensión de Harry Potter, del profesor inglés Andrew Blake. Se trata de un ensayo fuertemente documentado sobre la Inglaterra de hoy y cómo esta se ve influenciada por las obras de J. K. Rowling, y cómo se refleja en ellas. Todo, por supuesto, con un profundo acento inglés, pero de interés para cualquiera, en especial para los pottermaniáticos.

De las muchas cosas que me interesaron, rescato un par: Blake explica el programa de reforma educativa de Tony Blair, luego de que la educación pública inglesa no había sido capaz de asegurar que todos salieran del colegio sabiendo leer, escribir, sumar. El proyecto educativo laborista requería un milagro, una transformación mágica, y la encontró en Harry. Y luego, afirma que Potter es una creación "retrolucionaria" (neologismo inventado por la publicidad de los 90's para referirse a aquello que es nuevo o moderno pero que se empaqueta como si fuese antiguo). En las historias de Harry coexisten formas literarias del pasado y preocupaciones muy del presente. Es parte de su éxito entre gentes de todo sector social, edad, formación y nacionalidad.

Las observaciones y conclusiones del ensayo de Blake son enriquecedoras, pero yo quiero agregar una: que parte de la maravilla de todo esto es que el mundo ha tenido la suerte de vivir algo poco usual: leer una obra mientras su autora está aún escribiéndola. Hemos sentido esa ansiedad que, imagino, vivieron los contemporáneos de Conan Doyle mientras él publicaba poco a poco sus historias, la que habrá provocado la trilogía de Tolkien, o los siete libros de Narnia de C. S. Lewis, al editarse poco a poco. Todo eso terminará en julio, cuando sepamos si la profecía sobre la derrota definitiva de "Quien-tú-sabes" se cumple o no.

Y lo que nos quedará será decirle a Joanne Rowling "muchas gracias" por tantas aventuras maravillosas que nos ha hecho vivir, por el aire puro que ha inyectado en nuestro tiempo, por tantos buenos lectores que ha creado entre viejos y jóvenes, por las emociones de los partidos de quidditch. También habrá que agradecer a Chris Columbus, Alfonso Cuarón y los otros directores, por su magnífico trabajo. Las películas nos han ayudado en nuestras horas de lectura. Sin duda es más fácil imaginarse los personajes con caras que nos son familiares. ¿Quién, ante la pregunta de los carteles en librerias "Severus Snape: ¿friend or foe?" no se imagina a Alan Rickman?

Enfermos incurables de pottermanía: tengan paciencia. Falta poco. Luego, nos quedará tiempo para volver a leer, y para revivir y recordar nuestros años de estudio en Hogwarts.