viernes, julio 21, 2006

Unos días en México

Por cosas de trabajo, estaré unos días en México, en el Distrito Federal.

La vida me ha permitido estar en territorio mexicano varias veces: casi siempre, por razones académicas. La primera fue en 1998, cuando me invitaron a dar una conferencia en la bella ciudad de Guadalajara. Luego, en el 2000 y 2002, en el DF. La última vez, en el 2003, en Villa Hermosa, Estado de Tabasco.

Costa Rica y México son y siempre han sido países hermanos. Entre ambos existen muchas relaciones (comerciales, culturales, académicas, familiares). Muchos compatriotas míos han encontrado allá su hogar y el lugar de su desarrollo e, incluso, de su éxito; desde Francisco Zúñiga, uno de los grandes valores de la escultura de Costa Rica, hasta las chicas de la TV. 

En 1998 estuve en Guadalajara, disfrutando del Teatro Degollado y del Hospicio Cabañas, y allí conocí a José Clemente Orozco, cuyos murales -especialmente su Hombre de Fuego- nunca dejaré de apreciar y admirar. Allí, en Guadalajara, conocí a Alberto Escobar, cantautor, poeta y pintor, un artista completo, excelente músico e inigualable persona, y a su señora esposa. Fue en una noche en "Solo bohemios", un bar de su propiedad, en donde canta (y en donde yo también canté ese día). Allí, Alberto me enseñó, de una vez para siempre, lo que significa coincidir con otra persona:

"Soy vecino de este mundo por un rato / y coincide que también tu estás aquí...
Coincidencias tan extrañas de la vida / tantos siglos, tantos mundos, tanto espacio... y coincidir..."


Con las notas de esa extraordinaria canción -compuesta por Alberto e interpretada por muchos-, entendí el valor de los momentos irrepetibles. Y aún hoy espero que, algún día, la vida me permita regresar a ese lugar y coincidir de nuevo con Alberto en ese escenario.

Guadalajara fue la ciudad de Rosario, de Ana Claudia y de Roberto y de otros muchos.

En el 2000, en el Distrito Federal, volví a encontrarme con algunos de ellos. Y esa fue la oportunidad en la que conocí a Teresa, periodista, y a su familia; y entre su hijito y yo se creó (al menos de mi parte) un lazo especial, pues ambos tenemos en común una característica congénita. Y en ese año me presentaron la música de Alejandro Filio y de Fernando Delgadillo. Años después, tuve la oportunidad de conocer personalmente a Alejandro, cuando vino a Costa Rica gracias a las gestiones de mi amigo Humberto Vargas. Luego, lo he visto un par de veces más y pude conversar con él en un "casual" encuentro, en el restaurant de un hotel en ciudad de Guatemala (coincidencias tan extrañas de la vida). Y ese año comenzó mi gusto por visitar el Sanborns de los Azulejos, y luego ir a Bellas Artes, a conversar con Orozco, Rivera, Siqueiros y Cuevas.

Luego, en el 2002, de nuevo en el DF, tuve la oportunidad de conocer a Jesús y a la gente de la Alianza Mundial de Jóvenes, una ONG que otorga espacio para que los jóvenes sean escuchados en los foros internacionales. Me invitaron (sin conocerme) a que les impartiera una conferencia sobre derechos humanos y derecho internacional. Yo iba para enseñar, y fui el principal alumno.

Por último, en el 2003 visité Villahermosa, invitado por el Poder Judicial. Fui atendido espléndidamente por Guillermo (su magistrado Presidente), a quien aprecio mucho. Los amigos de la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco y de la Universidad Novare Iuventa se prodigaron en atenciones inmerecidas. Fue el año de mi descubrimiento de los versos de Carlos Pellicer y de Jaime Sabines y de la cultura olmeca.

México siempre me ha dado mucho. Por ello, regreso con ilusión. Porque México tiene mucho que dar. Pero lo que más reparte, a manos llenas, es alegría, cariño y amistad; un hogar cálido al cual regresar o añorar, y una cultura profunda, con identidad; enraizada en nuestra naturaleza latina, en nuestro pasado y actualidad indígenas, y en nuestra apertura a lo mejor de lo que hay en otras partes del mundo.

"México lindo y querido", cantan, "si muero lejos de ti..."


A todos mis amigos mexicanos, les mando un afectuoso saludo.


Nota: Alberto Escobar falleció en junio de 2019. Paz a tus restos, maestro, amigo.




1 Comments:

At 21/7/06, 10:22 p.m., Blogger Jafu said...

Mi abuelo paterno estuvo exiliado viviendo en México y desde entonces mi familia tiene un lazo muy fuerte con ese país. La tierra de Zapata y Villa es un lugar de inspiración para el espíritu latino y la cultura. Espero que disfrute de su viaje y cuidado con el exceso de chile. Gracias.

 

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