lunes, mayo 15, 2006

TV hecha en Costa Rica

La costumbre ha producido un fenómeno curioso: que sea muy normal para nosotros (costarricenses) ver en la TV programas producidos en el extranjero. 

Desde siempre (allá por 1960) estamos llenos principalmente de TV estadounidense (lo digo con conocimiento, porque mi padre trabajó en el Canal 7 muchos años, y mi niñez se desarrolló en buena parte en la sala de telecine del canal). En los últimos lustros también hemos recibido hordas de programas de dudosa calidad producidos en otros países, como las comedias mexicanas de humor errático, las novelas brasileñas  y, por desgracia, las venezolanas, que son las peores, sin duda. De vez en cuando se programan producciones argentinas o chilenas, y quizá algo de España (sobre todo concursos).

Para nosotros (los costarricenses por nacimiento o por naturalización) la televisión nacional nos es extraña. Quizá partimos de la premisa de que la producción televisiva autóctona se limita a las noticias, a programas de entrevistas del canal cultural (no siempre interesantes), a programas de cocina, a resúmenes de deportes, a programas de variedades musicales o video clips y a concursos al estilo de “le cambio un ridículo por una plancha”. 

En el Olimpo de lo peor, con la calificación más baja posible, está uno que se llamaba “A todo dar”, hoy difunto [y que a mí me gustaba llamar “el que piensa pierde”, una frase de Les Luthiers], y su hijastro, una pseudoserie llamada “Apartamento de solteras”, también sepultado y (eso espero) sin esperanza de resurrección.

No obstante, nuestra TV también se ha esforzado por intentar producir algo de más calidad. Recuerdo, por ejemplo, la producción del Teatro El Angel "Hay que casar a Marcela", que a finales de los setentas tuvo buena acogida. En producción documental tampoco hemos estado tan mal: basta pensar en "Sin fronteras". En lo que sí fallamos es, básicamente, en la ficción. Y no por problemas de técnica, sino -a mi juicio- de guion. Hay escasez de guionistas y sequía de historias e ideas inteligentes. Pero en los últimos meses se han visto esfuerzos notables, dignos de realce y difusión, por mejorar la calidad y variedad de la TV hecha en Costa Rica (también sorpresas agradables en el cine, pero hablaremos luego de eso). Por ello, con respetuoso reconocimiento, quisiera comentar tres programas de reciente factura nacional:

DESDE ADENTRO: La producción original de Ignacio Sánchez es de lo mejor que se exhibe. Se trata de un programa con formato novedoso en Costa Rica, que mezcla elementos de reality con entrevistas y reportajes. Pero sobre todo, lo que vale la pena resaltar es que está dedicado a la gente común y no a los "famosos y famosas", faranduleros y pelagatos. Se recorre la vida y avatares de gente corriente. El primer programa trató sobre los médicos de emergencias del Hospital San Juan de Dios; el segundo, sobre los recolectores de basura de varias localidades. Luego de esa hora de programa, es imposible ver de igual manera al vecino, ciudadano de a pie, nuestro próximo, nuestro igual. Porque conocemos sus historias y entendemos, con ejemplos, que cada ser humano tiene su propia historia. El programa de ayer, sobre el Presidente Arias Sánchez, reflejó por ejemplo la cara más humana del gobernante, y nos permitió entrar en su privacidad en aquellos momentos que los periodistas calificaron "de infarto" a principios de febrero. Técnicamente muy bien editado, con recursos de pantalla partida y un reloj, en un formato muy semejante a la excelente serie norteamericana "24". Música adecuada (Chepe González y el mismo Sánchez) y original. Su creador busca superarse, llegar a más de lo que alcanzó con Protocolo 84. Veremos si lo logra; pero, por mientras, le remito a don Ignacio mi sincera felicitación y aprecio.

EL SHOW DE LA MEDIA DOCENA: una de las cosas buenas de los viernes es que hay dos horas completas con comedias nacionales. Son programas ajenos a los aburridos pastelazos o al chiste grosero. Los cuatro programas que se transmiten se basan en buenos guiones, o al menos lo intentan. Demostrar que se sabe actuar, que se es ingenioso y, a la vez, lograr hacer reír a los demás es algo muy complicado. Los muchachos de la Media Docena llevan años de experiencia en esto, y el formato de su programa (parecido a los recitales de Les Luthiers) es atractivo. Hay de todo: chistes muy buenos y otros pésimos, y ellos lo saben y se autocritican. Pero el esfuerzo es innegable y los logros también. Posiblemente los sketchs más divertidos con los del VJ Campos, los de Noche de estrellas, el chef Armando y el Demasiado Honesto, aunque personalmente me divierten mucho los anuncios falsos y los casting del final... Honores a los cuatro de la media docena y votos para que perseveren en uno de los trabajos más difíciles de todos: hacer reír.

RETUMBOS: Producciones La Mestiza nos regala una serie sobre un bar y las situaciones enredadas que se viven ahí entre personajes algo estereotipados pero divertidos. Tiene a mi juicio dos virtudes: la primera, la calidad de actores, y segunda, que no incluye anuncios de los patrocinadores visiblemente ocultos en el guion, como su serie hermana La Pensión, que se ve arruinada en mucho por ello: de verdad esa treta ya cansa. Buena nota para Retumbos y su cast.

Continuaremos este recuento otro día: hay más cosas que decir (positivas y negativas) sobre la TV hecha en Costa Rica. Pero sobre todo, habría que hacer una cruzada para rogar a las televisoras nacionales que por favor desechen tanta basura enlatada y rancia que nos recetan un día sí y otro también, porque así como hablar con gente inteligente te convierte poco a poco en un ser cada vez más inteligente, algunas series y culebrones te atontan. Garantizado.