lunes, abril 09, 2007

¿Son reales los reality shows?

Nunca he entendido del todo ese extraño fenómeno de masas conocido como "reallity shows", algo relativamente nuevo en la TV. Cuando yo era niño (me refiero a los 70's) la televisión era simple: había "show" (fantasía) y "realidad". Todo era muy fácil. Las noticias y los documentales eran realidad; S.W.A.T. y COSMOS 1999 eran fantasía; "Las estrellas se reúnen" eran realidad; mientras que el “Show de Abracadabra” era fantasía, al menos sus “sketches” (las canciones eran reales aunque no en vivo, sino dobladas; y los aplausos que se oían eran una grabación también). Todos sabíamos a qué atenernos.

La TV y mi infancia se confunden y son una sola cosa, porque mi papá trabajó años en el Canal 7. Literalmente, la TV nos dio de comer. Y de allí, entre otros motivos, mi interés permanente en ese poderoso medio.

Pues bien: todo era sencillo, hasta que no sé a quién se le ocurrió salir un día al aire con una mezcla de ambas; la vida real como show... es decir, alguien tuvo la ocurrencia de decir que la vida real de una persona o de un grupo podía ser entretenida.

La original propuesta de Peter Weir en “The Truman Show” sirvió como un punto de partida para la discusión acerca de la naturaleza de lo real y su percepción, un tópico que retomarían los Wachovski en "The Matrix". Pero lo que sonó tan interesante se convirtió en moda y lugar común. Y ahora abundan los ensayos mercantilistas que intentan entretenernos con la realidad... pero ¿qué realidad? Quiero decir... no estoy seguro de que se trate de una “realidad real”... Me explicaré.

Posiblemente uno de los primeros intentos fue "Big Brother", nacido en Europa y copiado en América (en España, “Gran hermano”). ¿Qué tiene de real, digo yo, encerrar a doce personas en una jaula de cristal, incomunicarlos y estimularlos con competencias a pelearse o enamorarse? Ninguna persona normal (real) vive en un ambiente controlado estilo "THX 1138", ni siquiera un monje, porque en el monasterio no hay cámaras en el inodoro. ¿Cómo vamos a decir que el comportamiento de esos pobres en busca de fama o plata es real, si saben que decenas de cámaras y micrófonos los están viendo y grabando, incluso cuando las luces se apagan? (infrarrojo morboso, que busca develar secretos de alcoba).

Luego aparecieron nuevas cepas de ese virus: la aburrida y falsa vida de los Osborne, la aburrida vida de Anna Nichole, y de los Carter... y la versión de big brother pero en una isla, y los concursos de baile o de canto o de eructos; y los cambios radicales de apariencia gracias a lipos y siliconas, y el millonario que ofrece la presidencia de sus empresas al joven ganador, o el soltero cotizado, o la academia de modelos, o los que compiten por un trabajo y permiten que un magnate los maltrate e insulte con tal de no ser despedidos, o la chica que debe convencer a su familia de asistir a una boda ficticia con un gordito desagradable, y miles de programas más que por suerte aún no conozco ni conoceré. La mayoría de esos "shows" no entretienen ni divierten ni enseñan cosa alguna. Sólo sirven para matar el rato y mantener encendida la TV.

Pero lo que me ocupa es que tengo la impresión de que todo esta montado, que todo responde a un guion. Por ejemplo, los comentarios de la gente (grabados a modo de entrevista para explicar reacciones o estados de ánimo) son demasiado exactos a lo que sucederá... curioso, ¿no? Los personajes nunca ven las cámaras ni siquiera por accidente, actuando como si no estuvieran ahí, pero eso no es natural (lo natural es asomarse a la cámara y hacer muecas). Y en el programa de Richard Branson “The Rebel Billionaire” una prueba consistía en que los participantes debían cruzar entre dos globos aerostáticos en pleno vuelo y contra reloj y el señor Branson, que estaba en el globo de llegada, aparece de pronto en el otro… Creo que todo está previsto y que la supuesta realidad “espontánea” está dirigida…

Para ocultar eso, el guionista (estoy seguro de su existencia) incluye palabrotas (en México, "no manches"; en USA "fuck"), y con eso, según él, todos creerán que es real, porque nadie dice palabrotas en TV.

Estoy de verdad casi seguro de que los reallity shows son sólo show, porque la realidad verdadera no da para entretener superficialmente a los demás. Las biografías entretienen y enseñan sólo si buscamos aprender algo. El chisme sólo sirve para matar el rato. 

Por el bien de la TV, espero que esta moda no dure mucho. Espero que la imaginación se reactive y que los guionistas hagan su trabajo, y no se limiten a hacer desear a los televidentes algo que no tienen ni tendrán, o a copiar programas viejos, sino a crear cosas nuevas, para entretener, divertir y emocionar, para hacer reír y hacer llorar.  

Y que conste que es más fácil hacer llorar que hacer reír. La profesión de cómico no la puede ejercer cualquiera.