domingo, marzo 26, 2006

Mi Buenos Aires querido

Hoy estuve viendo por TV el partido entre River Plate y Boca Juniors en un estadio que, por su forma, los locales llaman "la bombonera", y no pude dejar de recordar que conocí ese lugar hace unos meses, la primera vez que estuve en Buenos Aires. Mi amigo Jorge Donadío, prominente abogado del Banco Central de Argentina, nos llevó. Y entonces, me acordé de Jorge, de su familia (con quienes compartí una cena memorable) y de otros amigos y amigas que conocí. River y Boca empataron a uno. Hoy aprovecho para escribir algo un tanto personal. 

Era para mí la vida entera como un sol de primavera, mi esperanza y mi pasión... 

Mi niñez estuvo llena de cultura argentina. Es curioso, pero incluso para mí es un misterio el motivo. Desde que tengo memoria, la casa de mis padres florecía en cosas venidas de aquel país. Nuestra vida infantil se enmarcó entre la revista Billiken, que mi madre nos compraba todas la semanas, y en la cual aprendí más que en mi escuela, y los tangos que escuchaba mi padre, especialmente de Carlos Gardel y de Agustín Magaldi. A mí me gustaban mucho los de Magaldi, especialmente uno que decía "No cantes, hermano, no cantes / que Moscú está cubierto de nieve...", y que se llama "Nieve". 

Dejaré puestos los discos de mi padre... 

Cuando tenía once fue el Campeonato Mundial de Fútbol del 78 y lo seguimos como si estuviéramos en casa. Y aprendí de memoria los nombres de todos los jugadores y sus números. Y las fotos de Kempes estaban en mi habitación. 

...sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada, que febril la mirada errante en las sombras te busca y te nombra... 

En la televisión pasaban "Titanes en el ring", un programa de lucha libre con luchadores simpáticos (no como los de la WWE) y el show de "Abracadabra", cuarteto argentino radicado en Costa Rica que era la sensación en esos años, y que lo sigue siendo cada vez que se juntan y realizan algún concierto. Desde hace mucho se separaron, pero algunos viven aquí todavía. Ni qué decir de Mafalda, que nació en Argentina pero es universal, como Gardel y Maradona. Muchos años después, pude hablar personalmente con Quino (su verdadero nombre es Joaquín Lavado) cuando visitó Costa Rica. En aquella oportunidad supe que Quino era un hombre muy gentil y algo retraído (yo lo imaginaba más extrovertido). Recuerdo que le dije que mis hermanos y yo jugábamos a aprendernos de memoria las historietas de su Mafalda y que aún me acuerdo de ellas (será que lo que aprendemos de niños no se olvida), y le comenté que me servían mucho cuando daba clases en la Universidad. Creo que eso le llamó la atención. 

 ...y un rayo misterioso hará nido en tu pelo, luciérnaga curiosa que verá que eres mi consuelo...  

Con el paso de los años he ido conociendo más maravillas venidas de aquellas latitudes, como la música de Facundo Cabral y Soda Stéreo, los libros de Marcelo Birmajer y de Borjes, los espectáculos de Les Luthiers, las caricaturas de Fontanarrosa y Maitena, y muchas cosas más. Pero también, supe de la opresión y de la dictadura sufrida por los amigos argentinos a manos de supuestos generales de su ejército. Y seguí con preocupación cuando sus habitantes se vieron encerrados en "corralitos" y "corralones" financieros que doblegaron al país hace pocos años.  

Sus ojos se cerraron, y el mundo sigue andando; su boca que era mía ya no me besa más...  

Como lo que de niño se aprende no se olvida, tan sólo quería compartir con ustedes estas viejas memorias, que son muy actuales en mi vida, y enviar un abrazo afectuoso a Jorge, Gabriel, Valeria, María José, Axel, Enrique y a todos. Y decirles que hoy, durante la transmisión del partido River-Boca, me acordé de ustedes.  

¡Viejo barrio! ¡Perdoná si al evocarte se me pianta un lagrimón, que al rodar en tu empedrao es un beso prolongao que te da mi corazón.

domingo, marzo 19, 2006

La Marcha de los Pingüinos

Acabo de ver "La marcha de los pingüinos", película ganadora del Oscar  como mejor documental del año, y las únicas palabras que recurren a mi mente son "asombroso" y "conmovedor".

Sabía que me iba a enfrentar a algo excelente (el Ministerio de Cultura de mi país declaró su exhibición "de interés cultural") pero aún así quedé asombrado. Y de inmediato fui a la tienda de video y la compré.

Mientras escribo esto no estoy en mi país sino en una nación hermana, aquí en Centroamérica. Y me hizo gracia que en la boletería del cine había un rótulo que decía "La marca de los pingüinos es un documental". No es mala idea, para que nadie se llamase a engaño. 

Pero faltaba algo: el rótulo debía de decir "es un documental y es lo mejor que estamos exhibiendo hoy". Así, nadie hubiera malgastado su dinero viendo "Más barato por docena 2", o "Mi abuela es un peligro 2", o "Bambi 2". Sin embargo, estoy seguro que, mientras nuestra sala estaba casi vacía (unas doce personas), esas otras posiblemente estaban llenas. ¡Qué se va a hacer!

La filmación es espectacular. La narración visual es soberbia. La narración es casi poética. Y con el pasar de los minutos, uno no puede creer lo que está viendo. Y comienza a recibir con agradecimiento una verdadera lección de lo que es la vida. No exenta de marchas, de amor, de frío, de sufrimiento, de muerte (incluso de los jóvenes), de esfuerzos que se los lleva el viento, y del enorme peso de preservar la especie y la tradición de los ancestros: nacer y morir.

Luego, mientras tomaba un café, me pregunté si los pingüinos tendrán poesía, literatura y mitología. No les falta nada de materia prima.

Recordé que en la entrega de los Óscares, los franceses responsables de esta maravilla, y que ganaron, llevaban unos grandes pingüinos de peluche. Y los abrazaban con cariño. Una película hecha con cariño. Eso. Y el mensaje del pingüino emperador nunca ha sido tan atentamente escuchado.

No dejen de verla.

lunes, marzo 13, 2006

Las intermitencias de la muerte

La noticia dio vuelta al planeta en minutos: Milosevic murió en prisión. Dicen que fue un infarto. Parece que el juicio de atrasó. La sentencia que habría traído algo de respeto a las víctimas de los atroces crímenes que se le imputaban y consuelo a sus familias, nunca llegó. Lamentable. Milosevic enfrentaba 60 cargos por crímenes contra la humanidad y genocidio. Fue un hombre poderoso que ejerció ese poder despóticamente. Si hubiéramos tenido algo más de tiempo, la sentencia nos habría dado certeza de la magnitud de sus crímenes. Ahora, está muerto.

Como lo estarán todos los dictadores y gobernantes, en pocos o muchos años.

Como lo estará quien escribe esto y quien lo lee.

Ciento por ciento muerto. De seguro. Garantizado. Lo único que ignoramos es cuándo.

"Hoy dice el periódico que ha muerto una mujer que conocí... Hoy dijo la radio que han hallado muerto al niño que yo fui...", canta Sabina en "Eclipse de mar". Algún día despertaremos y el periódico anunciará que Pinochet murió. Y otro día será Sadam. Y así, uno por uno, todos los poderosos gobernantes de la tortura. Morirá el peor criminal, pero también el mayor filántropo. Morirá el peor actor y la mejor actriz, el caricaturista famoso y el campeón olímpico; el rabino y el cura, el rockero y el rapero. La muerte llega para todos. Antes o después. A su hora.

Siempre he pensado que todos esos déspotas de turno olvidan que algún día la nota necrológica será la suya. Nada la detiene: ni el dinero ni el poder ni los títulos ni los sobornos. La muerte no acepta dación en pago. Uno de los personajes de "Violinista en el tejado" dice entre risas: "Incluso los ricos deben morir. Si los ricos pudieran pagarnos a nosotros los pobres para que muriéramos por ellos, los pobres tendríamos con qué vivir..."

Justa o injusta, antes o después. La muerte no se detiene. Salvo que la muerte decidiese interrumpir su trabajo y guardar un tiempo su guadaña.

Eso es lo que nos narra Saramago en su extraordinaria novela "Las intermitencias de la muerte". Hablando sobre él hace un par de semanas, le dije a una persona que si hubiera tenido un lápiz para subrayar lo que me parecía interesante mientras lo leía, el libro habría acabado completamente subrayado. 
La muerte dejó de matar gente en un país, con la llegada del año nuevo. Y lo que parecía una bendición comienza a sonar a desgracia. "No todo es fiesta, porque, al lado de unos cuantos que ríen, siempre habrá otros que lloren, y a veces, como en el presente caso, por las mismas razones", dice Saramago. Entresaco algunas ideas, al azar:

"Si los seres humanos no muriesen, todo estaría permitido. Y eso sería malo, preguntó el filósofo de más edad. Tanto como no permitir nada".

"Antes, en el tiempo en que se moría, las pocas veces que me encontré delante de personas que habían fallecido, nunca imaginé que la muerte de ellas fuese la misma de la que yo un día vendría a morir."
"La muerte lo sabe todo a nuestro respecto y quizá por eso sea triste".

"La vida es una orquesta que siempre está tocando, afinada, desafinada, un titanic que siempre se hunde y siempre regresa a la superficie... Y no la entendieron, pensó la muerte, y no la pueden entender por más que hagan, porque en la vida de ellos todo es provisional, todo precario, todo pasa sin remedio, los dioses, los hombres, lo que fue ya acabó, lo que es no lo será siempre, y hasta yo, muerte, acabaré cuando no tenga a quien matar, sea a la manera clásica, sea por correspondencia."


Y así podría citar cada página de ese magnífico libro, pero cometería delito contra los derechos de autor y la propiedad intelectual. Así que mejor, no. Mejor, léanlo. 

Lamento que la guadaña haya tocado a Milosevic antes de la sentencia. Jurídicamente, habría sido un precedente relevante. Habría dado consuelo y reparación de lo inconsolable y lo irreparable. Eso nos deja una lección: a menos de que la muerte anuncie que ha decidido otra de sus "intermitencias", será mejor apurarse a hacer o decir las cosas que queramos hacer o decir. Para que haya justicia, pero en vida, y que sea pronta y cumplida. Y para no quedarse sin tiempo antes de oler lo olible, escuchar lo escuchable y acariciar lo acariciable.


lunes, marzo 06, 2006

La zorra pobre al portal, la zorra rica al rosal

"El menú incluyó filet mignon, gratín de berenjena, filete de pargo rojo gratinado con cangrejo en salsa bisque de langosta, suprema de pollo rellena y postres como cucharitas de creme broulee, tartaleta de limón con crema choboust, compota de frutas con tulipán de caramelo, mouse de fresa sobre kiwi y mouse de chocolate amargo con salsa de naranja".

Cuando leí esto en el periódico de hoy, no entendí nada. 

¿Qué diablos será un gratín de berenjena, la salsa bisque de langosta o una suprema de pollo? (hay pizza suprema, pero no creo que sea eso). Y aún peor, ni la más remota idea de qué diablos son las "cucharitas de creme broulee" o la crema choboust. ¿"Compota" no son los "Gerber"?... Tulipán era una flor, ¿no?

Si no conozco los nombres ni tampoco sé lo que son (supongo que alimentos, porque el párrafo inicia diciendo "el menú incluyó..."), de más está decir que ni se me ocurre a qué pueden saber esas cosas, porque en treinta y nueve años nunca las he probado, lo cual me dice que estadísticamente no tengo muchas posibilidades de probarlas en los próximos treinta y nueve años.

Aún recuerdo la Costa Rica en la cual, en los matrimonios y quince años, servían arroz con pollo y papas tostadas. En mi familia, en las fiestas lo que había eran helados de crema o de fresa y quizá unos barquillos. En los últimos años, un poco más viejo y un algunos pesos ganados, me atrevo a comprar un pastel en una repostería fina. Pero ni se me ocurre la cara que pondrían mis familiares si los invito a comer "cucharitas de creme broulee". ¿Qué diablos es eso?, dirían.

Me recuerda a Les Luthiers, en un schetch que se llama "Vote a Ortega" (muy a propósito del clima post-electoral). Ortega, el candidato, da el discurso el día antes de la elección:
 
"Ortega: Hemos de hacer hincapié en el tema cultural; y cuando hablo de cultura, hablo de cultura con “Q” mayúscula. Porque yo le pregunto al pueblo: “Pueblo”
Pueblo: ¿Qué?
Ortega: ¿Queremos la ignorancia en el gobierno?
Pueblo: ¡No!
Ortega: ¿Queremos bienestar económico?
Pueblo: ¡Sí!
Ortega: ¿Queremos funcionarios corruptos?
Pueblo: ¡No!
Ortega: ¿Queremos estulticia y prevaricato?...
Pueblo: (silencio, mientras se miran unos a otros con cara de... y al final dicen): ¡Más o menos!"
 
Serrat canta en "Fiesta": "La zorra pobre al portal, la zorra rica al rosal."

Existen al menos tres Costa Ricas: una, que come todos los días arroz y frijoles. Los matrimonios son con arroz con pollo, y las fiestas de cumpleaños con helados y barquillos y piñatas de papel. Y a veces, hay un pedazo de carne o de salchichón. Y leche al desayuno. Otra, que sólo a veces come arroz y frijoles, porque sólo a veces tiene comida. Y la tercera, que come cosas de nombres impronunciables, posiblemente en platos con bordes dorados (no sirven para el microhondas), y piden que les sirvan un poquito, no vaya a ser que rompa la dieta y pierda la línea. Sus postres son pequeñísimos, una miseria que no llenan ni una muela, diría mi abuelita.

¿Y saben qué es lo malo? Que los medios de comunicación cubran el evento como si fuera la gran noticia. La llaman "la boda del año", y aún peor, que la gente, para divertirse, vaya a ver pasar a los invitados "por la alfombra roja". Si los dejaran, irían a las afueras del banquete, para ver comer cosas raras. El mismo error lo comete cualquier nutricionista de la TV que en su entrevista recomienda no comer tanto caviar y que la pechuga de pavo sea "light", al igual que el yogur. Pero en la pulpería de la esquina en el pueblo promedio de nuestra provincias, lo que venden es mortadela jamonada.

¿En qué consiste el pecado? ¿En disfrutar de caprichos y bienes exóticos? ¿En comer manjares y comprar con mi dinero lo que quiero, por más caro que sea? Por supuesto que NO. El pecado social consiste en pensar que ESO es Costa Rica, que ese es el estilo de vida de todos (como la nutricionista) o la vida que todos desean, el deber ser (como los reporteros que ponen esas fiestas como ejemplo). El pecado consiste en ignorar que en nuestra amada patria el 20% de los habitantes viven -y comen, y festejan- bajo la línea de pobreza. En ignorar a qué huele un comedor escolar de una escuela pública (algo así como una mezcla de atol rancio y Sanipine). Y que no se entienda que las ostentaciones de algunos no los hace "famosos". Lo que nuestro pueblo pide es desarrollo democrático, igualdad de oportunidades y noticias que tengan los pies en la tierra. Que no se ignore al que menos posee. Solidaridad y actividad social, que dé la mano a todos, especialmente a quienes tienen necesidad de justicia y de pan caliente.

Por mi parte, me alegra no ser de los "famosos": me hubiera quedado con hambre en esa fiesta.

¡Ah! Y felicidades a los novios.